La evaluación que se realiza en las escuelas no tiene lugar en la estratósfera o en una campana de cristal. Se realiza en un contexto que hoy está inmerso en la filosofía neoliberal, filosofía que contradice casi todos los presupuestos de la educación: individualismo, competitividad, obsesión por la eficacia, relativismo moral, hipertrofia de imagen…Por eso la evaluación debería ser un proceso contrahegemónico. Es más fácil dejarse arrastrar, pero la corriente solo se lleva a los peces muertos.
La evaluación, que podría utilizarse de forma prioritaria para comprender, para mejorar, para dialogar, para motivar y para potenciar la calidad del aprendizaje, se está utilizando para medir, para comparar, para clasificar, para controlar y para jerarquizar.
Autor: Santos Guerra, Miguel Ángel
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