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El Lamentable Caso de Maltrato Animal en Villa Alemana: Una Cruel Realidad que Nos Obliga a Reflexionar

El Lamentable Caso de Maltrato Animal en Villa Alemana:

Una Cruel Realidad que Nos Obliga a Reflexionar

Por Arnaldo Canales Benítez

Director Ejecutivo Fundación Liderazgo Chile (FLICH).
Impulsor de la Ley de Educación Emocional en Chile.
Magister en Educación emocional y Máster en neurociencia aplicada

En una sociedad donde la compasión y el respeto por todas las formas de vida deberían ser los pilares fundamentales, nos enfrentamos una vez más a un doloroso recordatorio de que aún queda mucho por hacer. El reciente caso de maltrato animal en Villa Alemana, donde un hombre atacó a un inocente perro lanzándole piedras con una honda, nos obliga a reflexionar sobre la crueldad que algunos individuos son capaces de infligir sobre seres indefensos.

En las frías horas de la madrugada, en una estación de servicio de la empresa Copec en la Avenida Valparaíso, este atroz episodio de violencia animal tuvo lugar. Lo que es aún más alarmante es que el agresor, lejos de esconder su acto, llevó a cabo su sádico acto consciente de que estaba siendo grabado por un trabajador de la estación. ¿Qué nivel de insensibilidad lleva a alguien a cometer un acto tan repudiable a plena vista de otros?

La víctima de esta atrocidad fue un perro, un ser sintiente, capaz de sentir miedo, dolor y angustia, igual que cualquier otro ser vivo. Este incidente no solo es un ejemplo flagrante de maltrato animal, sino también una violación directa de la Ley 21.020, conocida como la Ley Cholito, que busca garantizar la tenencia responsable de mascotas y animales de compañía en Chile.

La Ley Cholito es un paso en la dirección correcta, permitiendo que cualquier persona u organización denuncie actos de maltrato animal ante las autoridades pertinentes. Sin embargo, la existencia de leyes y regulaciones no es suficiente si no se traducen en una conciencia colectiva sobre la importancia de tratar a los animales con dignidad y empatía.

Este triste episodio también nos lleva a cuestionar la necesidad de una educación más profunda y comprensiva sobre la relación entre los humanos y los animales. Debemos fomentar valores que promuevan la compasión y el respeto hacia todas las criaturas vivientes, inculcando en las generaciones futuras la importancia de tratar a los animales con la dignidad que merecen.

Los perros, al ser animales conscientes y emocionales, reaccionan ante el maltrato con una serie de respuestas emocionales y comportamentales. Uno de los sentimientos más comunes que experimentan es el miedo. Cuando son maltratados, los perros pueden sentir miedo intenso, lo que se manifiesta a través de comportamientos como temblar, esconderse, ladrar de manera excesiva o gruñir como una forma de autodefensa.

Además del miedo, el maltrato físico puede causar dolor agudo o crónico en un perro. Esta experiencia de dolor no solo les provoca sufrimiento físico, sino que también puede desencadenar respuestas emocionales, como gemidos, cojera o incluso agresividad reactiva debido a la angustia que sienten.

 

La ansiedad es otra emoción que puede aflorar en los perros maltratados. El estrés y la ansiedad pueden llevarlos a volverse nerviosos, inquietos y mostrar signos físicos de malestar, como el jadeo excesivo, la salivación y movimientos incesantes.

El maltrato puede dejar a los perros confundidos y desorientados. No comprenden por qué están siendo sometidos a tratos crueles y pueden volverse retraídos, mostrando comportamientos de aislamiento.

En algunos casos, los perros pueden responder al maltrato con agresión defensiva como una forma de protegerse a sí mismos. Esto puede manifestarse en mordidas o gruñidos cuando se sienten amenazados.

La persistencia del maltrato puede llevar a la depresión en los perros. Pueden volverse apáticos, perder el interés en actividades que antes disfrutaban y exhibir un deterioro general en su estado de ánimo.

El maltrato animal no es solo un problema legal, es un problema moral y ético que nos concierne a todos. Debemos trabajar juntos como sociedad para asegurarnos de que casos como el de Villa Alemana se vuelvan cada vez más raros y, eventualmente, inexistentes. El dolor de los animales no puede ser ignorado ni tolerado, y debemos comprometernos a ser voces en defensa de aquellos que no pueden hablar por sí mismos. Solo a través de la empatía y la acción colectiva podemos construir un mundo donde los seres sintientes sean tratados con el amor y el respeto que merecen.

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