¿Cómo pueden los padres enfrentar la procrastinación escolar? “Con Educación Emocional"
Escrita por: Arnaldo Canales Benítez
Experto en Educación Emocional e impulsor de la Ley de Educación Emocional en Chile y Latinoamérica.
Magister en Educación emocional y Máster en neurociencia aplicada.
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos lidiando con un enemigo silencioso llamado procrastinación. ¿Saben que significa esta palabra? Hasta pronunciarla a veces puede resultar difícil. Resulta ser la tendencia a posponer las tareas importantes, a aplazar el trabajo que se debe realizar. Si bien la procrastinación puede afectar diversos aspectos de nuestras vidas, uno de los ámbitos donde su impacto se hace más evidente es en la educación. En este sentido, la educación emocional puede jugar un papel crucial en el abordaje de este problema. Veamos cómo la procrastinación y la educación emocional se entrelazan y cómo el desarrollo de habilidades emocionales puede ayudarnos a superarla.
La procrastinación, en su esencia, es una respuesta emocional ante el miedo al fracaso, la ansiedad o la falta de motivación. En el contexto laboral, tendemos a dilatar, atrasar o buscar excusas para no realizar lo encomendado, por temor a no cumplir con las expectativas que los equipos de trabajo esperan. En el área educativa, los estudiantes a menudo posponen tareas académicas debido a estas emociones obstaculizadoras del bienestar, lo que puede llevar a un bajo rendimiento y a una sensación de frustración. Aquí es donde la educación emocional juega un papel fundamental.
La educación emocional implica el desarrollo de habilidades para identificar, comprender y regular nuestras propias emociones, así como las de los demás. Al brindar a los estudiantes las herramientas necesarias para gestionar sus emociones, podemos ayudarles a superar los obstáculos que la procrastinación les presenta. Algunos aspectos clave de la educación emocional que pueden ser especialmente relevantes en el contexto de la procrastinación incluyen:
Conciencia emocional: Los estudiantes deben aprender a reconocer y comprender las emociones que experimentan al enfrentarse a tareas académicas. Identificar si se sienten ansiosos, frustrados o desmotivados puede ser el primer paso para abordar esos sentimientos y encontrar soluciones efectivas.
Autogestión emocional: Una vez que los estudiantes son conscientes de sus emociones, necesitan aprender a gestionarlas de manera constructiva. Esto implica desarrollar estrategias para manejar el estrés, como la planificación efectiva del tiempo, establecer metas alcanzables y practicar técnicas de relajación.
Motivación intrínseca: La educación emocional también puede fomentar la motivación intrínseca, que es aquella impulsada por el interés y la satisfacción personal en lugar de las recompensas externas. Al ayudar a los estudiantes a encontrar significado y propósito en sus estudios, se fortalece su motivación y se reduce la tendencia a procrastinar.
Autoconfianza: El desarrollo de la autoconfianza es fundamental para superar la procrastinación. La educación emocional puede ayudar a los estudiantes a cultivar una mentalidad positiva, a creer en sus habilidades y a afrontar los desafíos académicos con una actitud de resiliencia.
La procrastinación puede ser un obstáculo significativo en el proceso educativo, pero el apoyo y rol de los padres es importante para poder trabajar este tipo de obstáculos.
Algunas estrategias que los padres podemos implementar para abordar la procrastinación escolar de nuestros hijos.
- Establecer expectativas claras: Los padres debemos comunicar claramente las expectativas en cuanto las responsabilidades académicas de los hijos. Establecer horarios de estudio regulares y fijar límites de tiempo para la finalización de las tareas puede ayudar a los niños a entender la importancia de la organización y la disciplina.
- Fomentar la autorreflexión: En lugar de “retar” o “castigar” a los hijos por procrastinar, los padres debemos fomentar la autorreflexión. Hacer preguntas abiertas como “¿Por qué crees que estás posponiendo tus tareas?” o “¿Cómo te sientes cuando dejas todo para el último momento?” ayuda a los niños a explorar las razones detrás de su comportamiento y a comprender las consecuencias negativas de la procrastinación.
- Enseñar habilidades de gestión del tiempo: Los padres podemos brindar a los hijos herramientas prácticas para gestionar su tiempo de manera efectiva. Enseñarles a hacer una planificación semanal, establecer prioridades y dividir las tareas en partes más manejables puede ayudarles a evitar la acumulación de trabajo y reducir la tendencia a procrastinar.
- Proporcionar un entorno propicio para el estudio: Los padres debemos crear un entorno de estudio adecuado en casa. Esto implica proporcionar un espacio tranquilo, libre de distracciones, donde los niños se sientan cómodos y motivados para trabajar.
- Promover la autorresponsabilidad: A medida que los niños crecen, es esencial fomentar su autonomía y responsabilidad. Los padres podemos alentar a nuestros hijos a establecer metas y objetivos académicos, y luego debemos apoyarlos en el seguimiento de su progreso.
- Modelar un buen ejemplo: Como padres somos modelos a seguir para nuestros hijos en todo momento. Si los hijos ven a los padres organizados, comprometidos y dedicados a sus propias responsabilidades, es más probable que imiten ese comportamiento y eviten la procrastinación.